Tiempo en la casa No. 65 • noviembre-diciembre 2020
8 ser peores. Nunca antes atestigüé a un mudo atómicamente necesitado de dar voz al fuego oscuro de su odio. ¡Cómo se asfixiaba el bato!, si de por sí resulta bizarra la incapacidad de articular la lengua. Habría servido de algo si al menos toda esa rabia desazolvara su garganta de golpe. La flotilla excitada comenzó a graznar en su vicioso lenguaje barrial: “ Ése , ése , no mame. Ira , ése , te pasa de erga. Ése , no me chingue, se mató el Mudo.” Es lógico que ese manoseo inmoral de la lengua castellana, ese caló nacido paria, se distinga por la indeterminación de dirigirse esencialmente a nadie, pues su naturaleza siempre indirecta proviene de su profundo sentido de impunidad e irresponsabilidad vital, que se regodea en decir ése , y no éste , acá , y no ahí. Luego todos nos quedamos así , ira , cuando el traqueteo del tambo cesó, envueltos en el intrigante silencio de las ascuas. ¿Se habría matado el Mudo? Versos , recitamos como un coro trágico de suricatos. Pero quien murió fue el tiempo, al menos hasta que la cabezota del aquel sujeto ausente de verbo asomó con las greñas todas revueltas como chilaquiles. Y al volver en sí y dar cuenta de haber sido víctima expedita de la maldad, el Mudo emergió de aquella fosa convertido en un real artefacto de guerra, le salieron manos por todas partes y, lo que es la Banda en sí, nos vimos obligados a esquivar una torrencial andanada de balística varia, desde ancestrales rocas, pasando por medievales palos,modernas botellas de cristal, hasta el mango de una sartén que me dio mero en la espalda, toda la artillería pues de un etcétera bien merecido. La runfla se desperdigó como alimañas expuestas a un sol repentino. El suceso no dejaba de ser hilarante y desconchinflado: pánico. El escarnio y el cinismo no cesaron hasta que el Mudo se ocupó de perseguir individualmente a cada uno de los artífices de semejante felonía, hasta empujarlos muy lejos, hasta los edificios H, de modo que la pandilla no volviera a reunirse a lo largo de aquella fatídica tarde de un verano cualquiera en un tercer mundo cualquiera. La cosa cogió agravante y trascendió que el Mudo acusó a cada uno de los maleantes con sus padres, principalmente a El Mariguas, un negritillo de lo más hijo de la chingada que puede florecer en un Infonavit, caudillo y demagogo de esta canallada y de aquella facción constituida simplemente como La Banda, La Flota, La Bola, esa entidad viscosa, ritual, anónima e impersonal, depredadora, además perniciosa e imprevisible, el Bronx pues nuestro de cada día, gangrena y pus. Se despepitó el chisme completito. En un Infonavit todo mundo se entera de lo que acontece intramuros, ésa es la indiscreta cuestión en un panal humano, es la panóptica mutua. Conclusión: aquella luminosa tarde veraniega quedó opacada y se registró en el libro de memorias de un Infonavit por tal sacrificio inhumano. Todavía recuerdo que el cielo se nubló luego del alarido obturado del Mudanzas: ¡…! Y comenzó la corretiza. Ahora bien, con el suceso del Mudo embotellado, el mentadoMariguas, crápula mayor,mariscal malvado de la primera etapa de aquel Infonavit situado en lo alto de la colina Progreso, sumaba una raya más al tigre antisocial en que iba convirtiéndose a tractos, con la suma perenne de las perfidias cometidas. Debe comprenderse que un Infonavit es criba social de gente de bien entre la chusma y viceversa, mientras
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