Tiempo en la casa No. 63 • julio-agosto 2020
9 de cinco micras de diámetro: más de 99% en Hong Kong y 42% en Virginia Oeste. (La micra es un millonésimo de un metro, es decir, un milésimo de milímetro y su símbolo es μm). Era claro que las partículas dispersadas en el aire constituían un aerosol y podían ser aspiradas por otras personas; se reforzaba así la idea de las partículas de aerosol como transportadoras de la influenza. En 2014, Nikolai Nikitin y tres colaboradoras publicaron una completa revisión sobre los aerosoles virales y su contagiosidad. El artículo resume lo que se conocía al respecto en esa fecha. La primera cuestión es cómo sabemos que hay virus en una muestra y qué tantos hay. El método más socorrido para detectar la concentración de virus en el aire (y de hecho en otros medios) es conocido por sus siglas en inglés como rt-pcr ( Reverse Transcriptase - Polymerase Chain Reaction ) y con él se mide la cantidad y el tipo de arn de una muestra. Muchos virus, como el de la influenza y el coronavirus, tienen una gran molécula de arn en su centro, con una estructura que es peculiar de cada virus. El arn del virus es el que le confiere potencia para infectar células sanas, de modo que su presencia es señal de que por ahí anduvo el virus y el tipo de arn señala la clase de virus. (Nikitin et al ., 2014) La rt-pcr es la suma de dos técnicas de biología molecular: la reacción en cadena de la polimerasa y la transcripción inversa. Primero se producen moléculas de adn a partir de las moléculas detectadas de arn; las moléculas de adn así producidas guardan, por decirlo así, una fotografía de las moléculas de arn originales; en esto consiste la transcripción inversa, rt. Después, la pcr amplifica por un factor enorme el número de moléculas de adn, que al llegar a ser muy numerosas se identifican con relativa facilidad en el laboratorio. Además, se ha establecido en los laboratorios que toser, estornudar e incluso hablar, generan nubes de partículas que pueden ser acarreadas por el aire y que tienen diámetros entre unos pocos milímetros hasta una fracción de micra. Las partículas más grandes, con más de 50 micras, se caen al suelo casi de inmediato, las de tamaño intermedio, entre 10 y 50 micras, tardan varios minutos, y las más pequeñas, que incluyen los núcleos de partículas mayores que se evaporan, se quedan en el aire hasta por horas. Estas últimas partículas constituyen un aerosol y en los estudios se encuentra que la mayoría de las partículas con virus, hasta un 99%, constituyen dicho aerosol y pueden inhalarse hasta muy adentro del tracto respiratorio. (Nikitin et al. , 2014) Varios experimentos han demostrado que los virus de influenza pueden permanecer infecciosos dentro de partículas de aerosol y pueden incluso cruzar habitaciones. En algún caso, hasta 50% de los casos de contagios fueron adscritos a transmisión por aerosol. Se considera que las partículas con menos de 4 micras son la fracción respirable de un aerosol. La dosis en humanos de virus aerotransporta- dos de influenza A, mínima necesaria para producir infección, es cercana a 2,500 partículas virales. La contagiosidad de los virus de influenza aerotransportados depende de una manera complicada de la humedad relativa, de la temperatura
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjE0NjI2