Tiempo en la casa No. 63 • julio-agosto 2020
25 Muy recientemente una investigadora, Lydia Bourouiba, tuvo una amplia co- bertura en los medios científicos y de público en general al publicar un trabajo, no revisado por los árbitros que se acostumbran, en el que arguye que las gotas de saliva pueden llegar hasta a ocho metros de distancia (Bourouiba, 2020). Su contribución está sustentada en dos artículos, de 2014 y 2016, que publicó con varios colaboradores suyos (Scharfman et al ., 2016, Bourouiba et al ., 2014). Su argumento es en esencia el mismo que ya habían desarrollado Xie y sus colaboradores: la exhalación es un chorro turbulento que sube en el aire por efecto de flotación. Sin embargo, Bourouiba y sus colegas logran tomar una serie de videos y fotografías muy elocuentes que muestran lo violento que es el movimiento turbulento. Desde el trabajo de Well sabemos que las gotas de saliva se evaporan, aparente- mente con bastante rapidez, de modo que los virus que estuvieran en ellas queda- rían, por decirlo así,“secos”. Este efecto no fue tomado en cuenta por los autores del estudio encabezado por Van Doremalen. Gotitas de diámetro menor de 20 micras se evaporan notablemente en menos de un segundo, y su diámetro se reduce a la mitad (Van Doremalen et al ., 2020; Xie et al ., 2007; Nicas et al ., 2005). Pero todavía hay más, en un artículo aparecido en 2017 un grupo de físicos polacos encabezados por Robert Holyst demostraron que las gotas más pequeñas, con diámetros del orden del camino libre medio λ de las moléculas del gas, se evaporan mucho más lentamente que lo que se creía (Holyst et al ., 2013, Holyst et al ., 2017). Figura 7. Dispersión de gotas pequeñas, medianas y grandes, superpuesta hasta 4.5 segundos. (Wei & Li, 2017), https://doi.org/10.1371/journal.pone.0169235.g007
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