Tiempo en la casa No. 63 • julio-agosto 2020
13 La mayoría de los estudios previos a 2010 no exploraron con detalle los núcleos menores de unas pocas micras, lo cual era una omisión muy importante porque son las partículas con diámetro inferior a 2.5 micras —las famosas partículas pm 2.5— las que pueden viajar hasta los alveolos, en la parte más interna de nuestros pulmones. Además,muchas bacterias tienen tamaños de ese orden y los virus sonmuchomenores. ¿Qué tantas gotitas o núcleos expulsamos al hablar, toser o estornudar, con diámetros menores de 2.5micras? En 2012, otro grupo de investigadores encabezado por Gustavo Zayas, de la Universidad de Alberta,Canadá, hizo un estudio que aprovechómodernas técnicas de difracción con láser para detectar las partículas hasta de una décima de micra. Les atraía investigar estos tamaños porque tenían en mente la epidemia de in- fluenza A-H1N1 cuyo virus tiene entre 0.08 y 0.16micras de diámetro. Fue un hallazgo sorprendente, al estudiar sujetos que estornudaban —como dicen los autores—“con todas su ganas”, descubrieron que la gran mayoría de las partículas, 97%, ¡estaba entre una micra y una décima de micra! (Zayas et al ., 2012). Estas pequeñísimas partículas quedan suspendidas en el aire y forman un aerosol. Los autores concluyen que, a su juicio, el aerosol producido al toser es el modo más importante de transmisión per- sona a persona de enfermedades respiratoria infecciosas como la influenza A-H1N1. Los distintos experimentos referidos, a los que se añaden muchos otros en estos años, difieren en el método utilizado y en sus detalles, pero el mensaje principal de todos ellos es muy claro: una tos o estornudo promedio expele alrededor de 100,000 gérmenes contagiosos al aire; todas las gotitas y núcleos se expulsan a velocidades de hasta 100 m/s, y las gotitas mayores de varias micras caen al suelo en pocos minutos, pero las más pequeñas quedan suspendidas como aerosol hasta por muchas horas; además la simple habla o el respirar puede expulsar gotitas o aerosol. (Utrup y Frey, 2004; Nicas et al. , 2005; Xie et al ., 2007; Tellier, 2009; Yang et al ., 2011; VanSciver et al ., 2011; Otero, 2018; Yan et al ., 2018; Asadi et al ., 2019). Todos estos trabajos fueron realizados en el contexto de enfermedades como la de influenza. Pero ya hay varios, de 2020, que de forma explícita atienden la Covid-19. Los investigadores están ya convencidos de que una persona infectada exhala gotitas y un aerosol plagados de virus casi cada vez que abre la boca. Pero hay dos cues- tiones que siguen siendo causa de polémica: la primera es qué tanto pueden infectar los virus que están en el aerosol (en comparación con otros medios de transmisión) y la segunda qué tan lejos llega el aerosol antes de dispersarse. Las dos interrogantes están entreveradas, porque la potencia infecciosa de los virus en el aerosol depende en parte de la concentración de esos virus. De hecho, hay hoy varios grupos de inves- tigación que atacan ambos problemas. Los más recientes resultados no ofrecen una respuesta definitiva; un par de reseñas recientes pueden encontrarse en un blog de la National Academy of Sciences de los Estados Unidos (Beans, 2020) y en un editorial de la revista Aerosol Science and Technology (Asadi et al ., 2020). En un artículo reciente, Neeltje van Doremalen y sus colaboradores han demos- trado que el SARS-CoV-2 permanece en aerosol donde reduce su actividad con un
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