Tiempo en la casa No. 61 • marzo-abril 2020

5 Antes del cuento fantástico estuvo el miedo, tal como recuerda el psiquiatra español Rogelio Llopis en su libro Historia natural de los cuentos de miedo . Primero muestra el contexto filosófico y artístico de los siglos xviii y xix. El primero estuvo dominado por la ciencia, la razón y una literatura regimentada. Hartos de las reglas y el saber científico, los artistas se refugiaron en las emociones y en el pasado, para dar la espalda al mundo excesivamente racional. Su búsqueda en el pasado los llevó al medioevo y a los castillos. En éstos hicieron aparecer fantasmas y muertos vivientes que propiciaron el miedo, esa emoción ancestral que acompañó al hombre que no tenía más armas para conjurarlo que las creencias, fueran religiosas, míticas o populares (como por ejemplo brujas, hechiceros y leyendas en general). Llopis homologa el cuento de miedo con el cuento fantástico y éste, según sus pa- labras, es “la vivencia de lo numinoso”, vale decir, del misterio tremendo, del terror avasallante. 2 Es un misterio a la vez terrorífico y fascinante. Cuando lo numinoso se estructura en una creencia que ya no pretende ser conocimiento objetivo pues el Siglo de las Luces se lo prohíbe, surge el cuento de miedo. Dice Llopis: Cuando en la evolución progresiva de la conciencia humanamuere una creencia,renace en un nivel superior en forma de estética. La creencia ya no se puede aceptar como creencia; pero el sentimiento de base persiste en virtud de esa inercia propia de la vida psíquica oscura, subcortical,de los sentimientos,y se labra una nueva vía de expresión.Esto se puede aplicar, en líneas generales, a todo el arte. Pero en especial al cuento de terror (…) La creencia se ha convertido en estética. La base de la literatura fantástica —como la de la magia, como la de los mitos— es el terror. Creencia y cuento de miedo constituyen, pues, dos escalones, dos medidas en la evolución de la vivencia y expresión de un único sentimiento: lo numinoso (…) Los cuentos fantásticos se nutren no de un terror creído, sino de un terror gozado. 3 2 Escribió Rudolf Otto: “Decíamos antes que del objeto numinoso sólo se puede dar una idea por el peculiar reflejo sentimental que provoca en el ánimo. Así pues, es aquello que aprehende y con- mueve el ánimo con tal o cual tonalidad (…) lo más hondo e íntimo de toda conmoción religiosa intensa, por cuanto es algo más que fe en la salvación eterna, amor o confianza (…) vibración en los arrebatos y explosiones de la devoción religiosa, en la solemnidad y entonación de ritos cultos, en todo cuanto se agita, urde, palpita en torno a templos, iglesias, edificios ymonumentos religiosos. La expresión quemás próxima se nos ofrece para compendiar todo esto es la de mysterium tremendum (…) un terror de íntimo espanto, que nada de lo creado, ni aun lo más amenazador y prepotente, puede inspirar. Palpita en él algo del terror a los fantasmas (…) De este sentimiento y de sus primeras explosiones en el ánimo del hombre primitivo ha salido toda la evolución histórica de la religión. En él echan sus raíces lo mismo los demonios que los dioses y todas las demás creaciones de la percepción mitológica”. Lo santo. Lo racional y lo irracional en la idea de Dios , traducción de Fernando Vela, Madrid, Alianza Editorial (El Libro de Bolsillo), 1985, pp. 22-25. 3 Rafael Llopis, Historia natural de los cuentos demiedo ,Madrid, Ediciones Júcar (LaVela Latina), 1974, pp. 15, 19 y 21.

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