Tiempo en la casa No. 47-48. Diciembre 2017 - enero 2018

21 pan—. Que se voten leyes pro laborales; que se aleje al Clero de toda zona ajena a la religión; que se eduque al pueblo. “¿Querrán o alcanzarán los futuros vencedores a hacerlo? Si mi apreciación personal tuviera algún valor en ser expresada, diría sin dudarlo: ¡No!”. 41 Sobre los vencedores de la contienda Kazantzakis no tuvo ninguna duda. Azaña, para él, se reveló como un político del siglo xix, un demócrata de los viejos buenos tiempos que no había sabido calcular que ninguna fuerza humana es capaz de con- tener el cataclismo histórico que empuja a los hombres a inclinarse por la extrema derecha o por la extrema izquierda: “Olvidó que el verdadero papel del político no es detener la Historia, sino colaborar con ella”, porque la vida “es una fuerza terrible que no le teme a la sangre…”. 42 Kazantzakis periodista Cuando Kazantzakis partió para cubrir la guerra civil española había cerrado ya en el aspecto personal su búsqueda desesperada de teorías y respuestas. Se sentía libre de espejismos y de esperanzas falsas. Ninguna sombra le impedía ver sin en- gaños esa nueva aventura humana sangrienta: “Me he librado de los colores rojos o de otros, dejé de identificar la suerte de mi alma —mi salvación— con la suerte de cualquier idea. Sé que las ideas son inferiores a un alma creativa. [...] Me he librado de todas las recompensas que ofrecen siempre los campos de batalla [...] Con este armamento —es decir, totalmente desnudo— realizo la primera expérience crítica de mi reciente libertad: voy a ver a la España ensangrentada”. 43 El 2 de octubre de 1936, el periódico Kathimeriní anunció a sus lectores la misión periodística encomendada a Nikos Kazantzakis,“el destacado intelectual, que al haber vivido por dos años en el país desgarrado será, con toda seguridad, el más adecuado para describir la tragedia a la cual se ha visto arrojada España por la insensatez cri- minal de los rojos”. El diario anunciaba, asimismo, que su enviado especial tendría probablemente “la suerte de entrar junto con las tropas del Generalísimo Franco en la capital española” y de recrear para sus lectores la imagen de la terrible catástrofe. Como en el caso de Viajando: España existen diferencias abismales entre las tres series de artículos redactados con fines periodísticos. Kazantzakis mismo afirmó que la España del carnavalesco Primo de Rivera y de Carmen había quedado muy atrás, como atrás había quedado ya la de la Segunda República y su política reformista, convertida en pesadillesca desgarradura. En 1936 el rostro de España se ensombreció 41 Idem , p. 220-221. 42 Ibid , p. 222. 43 Cuatrocientas cartas , 12 de octubre de 1936, p. 465.

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