Tiempo en la casa No. 47-48. Diciembre 2017 - enero 2018
17 Para Kazantzakis era crítico el momento histórico por el que atravesaba España en 1933: “Está llena de desorden, de experimentación y agonía”. 31 Y añadió: “Todavía hierve en la península ibérica abundante sangre de razas di- versas. Todavía no han podido asimilar y crear un modelo estable. Ni corporal ni psíquica ni ideológicamente. Por esto constituye una gran riqueza —porque las posibilidades son muy abundantes y los furores inesperados, pero también es grande el peligro—, porque la disciplina en un propósito conjunto se convierte en un trabajo complicadísimo”. 32 La guerra civil española Lejos de lo que podría imaginar, el destino le tenía reservado a Kazantzakis todavía otra “sorpresa”. En el otoño de 1936, mientras seguía desde su aislamiento en la isla de Egina la actualidad, que en Grecia misma era por demás dramática, recibió un telegrama de Giorgos Vlakhos, editor del diario conservador ateniense Kathimeriní [ El Cotidiano ], quien lo invitaba a partir de inmediato a España, como enviado especial, para cubrir la guerra que acababa de estallar, desde la zona nacionalista. Kazantzakis se desplazó de inmediato a Atenas: Cínico, inteligentísimo, G. Vlakhos apreciaba a Kazantzakis, aunque no comulgaba en absoluto con sus ideas. Lo recibió con su acostumbrada sonrisa: —Sé que preferirías ir con los Rojos, pero yo te mando con los Negros, como los llaman. —¿Y por qué precisamente a mí? —Porque vas a contar la verdad. Tus amigos y tus enemigos se sentirán contrariados, tanto mejor. ¿Sí o no? Aceptó. 33 Kazantzakis zarpó del Pireo el 9 de octubre rumbo a Marsella en el vapor “Usucuma”. Llegó después a Palma de Mallorca. El 12 de octubre estaba en Gibraltar. En Portugal del 15 al 17, para tramitar el salvoconducto. Escribió a Prevelakis esos días: “Con emoción vuelvo a ver las sierras nevadas 34 y las ribe- ras queridas y adivino tras ellas el rostro herido de España [...] como si un amigo querido hubiera sido herido y corro a verlo”. Apenas pisar territorio español la transformación en la personalidad de los habitantes saltó a la vista: “[...] había 31 Idem , p.70. 32 Op. cit ., p. 80. 33 El disidente , p. 407. 34 En español en el original. Cuatrocientas cartas , p. 464-466.
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